domingo, 14 de febrero de 2021

Un recuerdo de Estación Moreno y las vacunas contra el SARS-COV2

 



Es difícil saber cuáles son las motivaciones de los habitantes de las ciudades de México que protestan contra la estrategia de vacunar primero a los mexicanos que viven en los lugares más apartados.

Vacunar primero a los adultos mayores

A un año des iniciada la pandemia, hay vacunas contra el SARS-COV2 en el mundo. Éstas escasean y las naciones más poderosas acaparan la producción de ellas. A México, por ejemplo, están llegando, pero comparando con Estados Unidos, las estamos recibiendo a cuenta gotas. En esa circunstancia, el gobierno mexicano ha decidido una estrategia de vacunación que se basa en reducir el número de fallecimientos.

Pienso que la estrategia es correcta. Así lo demuestra un artículo científico publicado el 21 de enero de 2021. Se publicó en Science y revisa cinco estrategias distintas para vacunar a la población de un país. Los autores encontraron que, si se busca reducir el número de muertes, procede la vacunación a las personas mayores de 60 años. El título lo agrego enseguida:

“Model-informed COVID-19 vaccine priorization strategies by age and serostatus”.

 

Vacunar primero a quienes viven en las zonas más alejadas de los grande núcleos de población

 En el fin de semana del 13 al 14 de febrero de 2021 se han desatado fuertes protestas en redes sociales en contra de un proceso de vacunación en el que el gobierno federal empieza por quienes viven en los lugares más alejados de las ciudades, o en los barrios más empobrecidos.

Aluden que debería atenderse primero a las zonas de mayor densidad de población.

Con esa falta de empatía dejan de lado un aspecto muy elemental: quien se enferme en una ciudad es muy posible que tenga acceso rápido a la atención médica. Ese no es el caso de quienes viven lejos de los grandes núcleos de población, ni de las personas ubicadas en zonas de alta marginación, donde las vías de comunicación suelen ser malas.

Quienes hemos vivido en esos sitios sabemos que lo correcto es atenderlos a ellos primero. Quiero contarles una historia en respaldo a esta afirmación.




Una anécdota triste

La foto que agrego al inicio de esta contribución al blog es una imagen de Estación Moreno a mediados de los años 1970. Fue una población situada a 75 kilómetros de Hermosillo. Nunca tuvo corriente eléctrica y el agua del pozo del ferrocarril se acabó en el año 1958.

A 15 kilómetros hacia el noreste de Moreno había un rancho llamado San Antonio. En el vivía una familia, y a veces dos, donde los padres de ellas se dedicaban a cuidar el ganado del patrón. Un terrateniente que vivía en Hermosillo con todas la comodidades que entonces podían disponer, en una casa enorme de la colonia Pitic.

Yo cursaba el primero o el segundo año de primaria. Vivía enfrente del enorme edificio de la escuela y un día por la tarde entré a la casa de dos habitaciones y una cocina que rentaban para nosotros. En lugar de los muebles encontré un pequeño ataúd blanco sobre cuatro piezas de madera oscura que tenían la forma de unos ángeles tallados. Estaba en su interior una niña de menos de tres años de edad, y en torno suyo, sentados en unas sillas de madera, el padre y la madre de ella, más algunas personas que yo no conocía. La señora le decía, una y otra vez: “tu tuviste la culpa”. El señor por su parte, guardaba silencio con un estoicismo que no podía esconder el dolor de su perdida.

No supe mucho más esa noche. Recuerdo que había rezos, llantos esporádicos y escenas que se me fueron escapando conforme iba conciliando el sueño. Meses después escuché una conversación entre mi madre y mi padre. Ella también se había impactado ante la frase repetida de la madre de la niña muerta. Mi papá contestó que podría ser así, que desgraciadamente el señor era muy responsable, y ante la enfermedad de su hija, dedicó una tarde entera a dejar resuelto el problema del ganado vacuno que “tenía que dejar encerrado, con agua y con pastura”.

Aparentemente salieron del rancho al día siguiente. Caminaron a caballo los 15 kilómetros que los separaban de Estación Moreno. Esperaron el ferrocarril, o “un raite” con un automóvil que por casualidad pasara por allí. El tiempo transcurrió y la niña nunca llegó al hospital. Ya no había necesidad porque había muerto en el camino.

Es el México de hace casi 60 años, pero todos en nuestro país sabemos que eso no ha cambiado mucho.