domingo, 3 de octubre de 2010

La producción agrícola en Estación Moreno Sonora




A un kilómetro al norte de la concentración de casas e instalaciones del ferrocarril y de la compañía minera existió una parcela de aproximadamente cinco hectáreas de terreno que era sembrado con métodos muy antiguos.

La fotografía que tenemos inicialmente nos presenta un joven no mayor de 18 años de edad, en el momento en que se dispone a dirigir un par de bestias para que jalen el arado cuyas manceras tiene en sus manos.

El animal que aparece en primer plano era una mula que había sido adquirida en La Misa Sonora por 600 pesos de los de la década de los años 1960. El animal de mayor tamaño era un macho, o mulo como se le suele llamar en otros lugares, cuya edad no conocía nadie, pues todo mundo afirmaba que cuando ellos habían llegado allí, ese animal ya vivía.

Para la especie de las mulas, el macho era un animal extremadamente grande y solo los entendidos sabían hacer la diferencia entre éste y un caballo. Del macho se contaban muchas anécdotas relacionadas con su desconfianza hacia todo y hacia todos, así como con su conducta indómita que conservó hasta sus últimos días. Murió trabajando.

En la fotografía se puede observar que el joven lleva una soga (piola en Sonora) al cuello, que apenas logra proteger con su camisa. Le servía para dirigir a los animales, especialmente en las vueltas y conservarlos siempre en las posiciones correctas. El macho debía caminar sobre la ralla que se había abierto en la vuelta anterior, mientras la mula caminaba a su izquierda y el papel del responsable del arado era mantenerla en avance paralelo a la del macho.

De los lomos de los animales cuelgan pares de cadenas que están conectadas a piezas de acero que se llaman balancines. Había un balancín para cada animal y luego estos se conectaban a un solo balancín, más grande, que estaba conectado (con otra cadena) al arado.

En cada vuelta el arado alcanzaba a barbechar menos de 25 centímetros de ancho, mientras se avanzaba en una ralla muy larga que en las regiones más cortas de aquella parcela eran más de 70 metros. Al terreno que ya había sido barbechado, como se puede apreciar en la foto, se le llamaba: una besana, que no debía ser demasiado ancha para no perder tiempo ni esfuerzo en las puntas, ya que se iba haciendo cada vez más ancha conforme avanzaba el trabajo.

Cada besana llegaba a medir hasta 10 metros de anchura, pero ésta ya era considerada demasiado ancha. En la fotografía se puede observar que al fondo del terreno barbechado había otro sin arar, es el sitio por donde se regresaría el arado para completar la vuelta.

Las casi cinco hectáreas consumían cinco días de trabajo para ser barbechadas en junio, o más tardar, en los primeros días de julio. En un trabajo que empezaba con la salida del sol y terminaba con su ocultamiento, en una rutina que platicaremos después en este blog.









El proceso de barbecho mencionado en el párrafo anterior era apenas el primer paso en la preparación de la tierra, para que recibiera la primera ración de oxígeno y los gusanos que hubiera en ella se murieran con el sol.

Una vez que pasaba la primera llovida importante, en el momento en que empezaba a crecer la hierba, se daba un segundo barbecho en forma perpendicular al que se había realizado semanas antes. Normalmente eso ocurría en los últimos días de julio, o en los primeros días de agosto, dependiendo de la manifestación de las lluvias cada año.





Para que las bestias pudieran jalar el arado a través de sus cadenas, se les colocaba un collar a cada uno, como puede apreciarse en la fotografía. Este collar era de baqueta muy gruesa y sobre ella se colocaban las horquillas de la fotografía siguiente.

El collar de la mula es ahora un adorno en una casa de Phoenix, Arizona y se guarda como recuerdo del hombre que, ayudado por sus hijos y su esposa, se aventuraba a tratar de extraer algo de cosecha en estos sitios casi desérticos.

Cuando llovía, había agua de un pequeño arrollo que se llamaba: el arrollo de la milpa y era necesario asistir a cuidar la distribución adecuada del agua, pues era lo que en el argot de los campesinos se le dice: aguas broncas.

Cuando llovía adecuadamente salía una importante producción de sorgo para la alimentación de las cabras. Se guardaba siempre una región para sembrar maíz y calabazas.

Hacia mediados de noviembre se disponía de la cosecha, que tenía que ser cortada de una forma que será comentada después.

Había elotes para la familia y calabazas para la navidad, además del alimento de las cabras.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Un radio Telefunken en Estación Moreno. La XEW, La Voz de América, Radio Moscú y Radio Habana

La foto que vemos corresponde a un modelo de radio Telefunken muy similar al que había en la casa de Estación Moreno cuyas ruinas se muestran en una fotografía más adelante.




En México se guardan y conservan las historias de vida de los políticos, de los generales y de los hombres de dinero que se amafiaron con el poder para llegar a acumular las riquezas que los hacen pasar a esa posteridad de la que ya no pueden darse cuenta.

En cambio, las historias de los seres humanos de los pueblos y los ranchos se van borrando sin trascender a los libros, ni a los periódicos, ni a ninguna parte. Quedan en las neuronas de las mujeres y los varones que los recuerdan en su calidad de parientes cercanos, hasta que la historia de los padres y de los abuelos se borra con el fin de la vida de esas neuronas que guardan las vivencias familiares.

En ocasiones se olvida hasta la historia oficial, como ya empieza a suceder con el cuartel de Ortiz, construido para cuidar los posibles levantamientos de los Yaquis después de la traición que recibieron del General Álvaro Obregón, quien luego de que los indios pelearan a su lado, se olvidó de ellos para permitir el acaparamiento de sus tierras.

Cubierto con un techo de vigas de una madera de altísima calidad, que probablemente fueron robadas por manos hasta ahora desconocidas, yace ahora como un conjunto de ruinas de las que solo nos dicen algo las placas que se encuentran en su exterior, además de uno o dos blogs a medio alimentar.


En el mismo sentido, a 25 kilómetros al norte de Ortiz, contados por la vía del ferrocarril, se encuentran en Estación Moreno Sonora las siguientes ruinas de lo que una vez fue una casa habitación



Se aprecia que era una casa con techo de dos aguas que fue abandonada cuando la compañía minera que explotaba el grafito se fue a la quiebra, luego de una cadena de traspiés que iniciaron cuando la empresa pasó a manos de un par de mexicanos ignorantes de la minería y de las buenas costumbres de la gente que vivió en esas regiones.

Una vez abandonada esta casa, es seguro que los dueños de los ranchos cercanos a Estación Moreno mandaron retirar todos los techos, con el pretexto de que la madera y las láminas fueran aprovechadas por los vaqueros para alguna construcción que cubriera necesidades específicas.

La realidad es que los terratenientes locales temieron siempre la formación de un ejido, motivo por el cual tampoco tramitaron nunca un transformador y una cadena de postes que cubriera menos de 300 metros de distancia desde la línea de transmisión de alto voltaje hasta las casas de los moradores de Estación Moreno.

Así, sin expectativas y sin las más mínimas comodidades, casi nadie pudo vivir allí durante muchos años.

Una excepción fue la familia que vivió en la casa de la fotografía. Arriba de ella había una larga antena cuya tierra bajaba para enterrarse al lado izquierdo de la ventana que se aprecia en la fotografía siguiente:



Con esta antena captaba las señales un radio de la marca telefunken, muy similar al de la fotografía presentada al principio y con una estructura interna como la que se observa enseguida:



Como el sistema de transistores no entraba todavía al mercado, el radio funcionaba con un conjunto de siete bulbos numerados como: ECC85, ECH81, EF93, EABC80, EM80, EL84 y EZ80.




En lo que se refiere a consumo de baterías, era un sistema extremadamente caro, pues era un mecanismo de bulbos que requería mucha energía eléctrica. Por esa razón, se fabricaba un sistema de baterías secas tamaño D, que eran unidas en grupos en serie, que después eran conectados en paralelo para proporcionar el voltaje y el amperaje correcto. Se presentaban en un bulto que era ligeramente mayor a una caja de zapatos, pero mucho más pesada.

Además de la belleza de su sonido, la característica principal del radio Telefunken era que tenía cuatro bandas: la de onda larga de la amplitud modulada, que todavía se usa, más tres bandas de onda corta que cubrían una gama de posibilidades muy amplia.

Durante el día se captaban las radiodifusoras de la Ciudad de Hermosillo, al menos una de Guaymas y otra de Ciudad Obregón, así como una que emitía desde La Paz, Baja California. Todas transmitían en la onda larga, que ahora se conoce simplemente como AM.

Durante las noches, el sistema de onda corta de ese radio permitía captar la XEW, que emitía desde la Ciudad de México; la Voz de América, del gobierno de los Estados Unidos; Radio Moscú, que emitía desde la capital de la Unión Soviética. Por la tarde, y hasta ciertas horas de la noche, se escuchaba también Radio Habana, desde Cuba.

Aquellas transmisiones brindaban una multitud de noticias desde todos los ángulos políticos disponibles a través de las ondas de radio.

De vez en cuando se captaban las conversaciones entre pescadores del Mar de Cortés, sus quejas y muy pocos de sus éxitos. Ellos se expresaban con un lenguaje muy florido en palabrotas.

Una noche de verano de 1968 nos enteramos, primero a través de la XEW, de la invasión de Checoslovaquia por parte de fuerzas armadas del Pacto de Varsovia. Era un tono bastante sobrio que fingía imparcialidad.

Luego siguió el turno de escuchar la Voz de América, en la cual más que dar la noticia condenaban el avance de los ejércitos de casi todos los países que rodeaban a Checoslovaquia.

Por último, se escuchó Radio Moscú, donde se informaba que, siguiendo acuerdos previos, los países del Pacto de Varsovia habían acudido al auxilio de Checoslovaquia para reorganizar el gobierno y ayudarlo a retomar el rumbo de la construcción del socialismo.




El dueño del radio Telefunken descansaba del trabajo del día, semirecostado en una poltrona de acero en el porche de la casa. Tenía en una de sus manos un paliacate rojo que usaba lo mismo para secarse el sudor que para espantarse los zancudos, y cuando terminó de escuchar la versión de Radio Moscú, se levantó diciendo: cada quien cuenta lo que quiere, y se fue a terminar las labores que todavía tenía pendientes, antes de poder pensar en acostarse a dormir.

martes, 14 de septiembre de 2010

Un jabalí pastor del rebaño de cabras de Estación Moreno


En la foto aparece un puerquito jabalí que prestó su servicio como pastor de cabras, fue el mejor cuidador del rebaño originado en Estación Moreno, pues sabía guiarlo y protegerlo, lo conducía de ida y regreso al campo para que las cabras se alimentaran. Cuando alguna persona o animal extraño se acercaba al rebaño previsoramente el jabalí se interponía entre ellos, marcando la distancia más allá de la cual no debían arrimarse. Aprendió a hacerlo en virtud de su inteligencia, ya que no fue entrenado para esa tarea.

Contrario al pensamiento de mucha gente el jabalí no era agresivo, no obstante haber vivido varios años nunca atacó a persona alguna, en cambio era amistoso con la gente como lo muestra la foto. El niño más pequeño que aparece a su lado le hacía mucho daño, pero el animalito simplemente gruñía y le pegaba con la trompa causándole pequeños rasguños. El jabalí fue domesticado por Don Miguel mediante el procedimiento de pegarlo a las tetas de las cabras para que tomara leche una vez que se quedó sin la madre, de allí que se sintiera parte del rebaño y su defensor voluntario.

¿Por qué el jabalí sobrevivió con la leche de cabra?


Los estudios científicos empiezan a demostrar algo que se repetía entre los habitantes de Estación Moreno Sonora: que la leche de cabra es más benéfica para los niños que la de vaca. La prueba y el error permitieron comprender que los niños consumían bien la leche de las chivas, pero enfermaban del estómago cuando consumían la de ganado vacuno.

Además de niños, en Estación Moreno se criaron, becerros, potrancas, perritos recién nacidos y el pequeño jabalí de la foto. Pero lo que podría tomarse como una conseja popular, es ahora una realidad que la ciencia ha empezado a demostrar. En el año 2007 se dió a conocer un estudio del Departamento de Fisiología de la Universidad de Granada ha revelado que la leche de cabra tiene más propiedades benéficas para la salud que la leche de vaca. Entre los aspectos benéficos de la leche proveniente del ganado caprino se menciona que su consumo previene una forma de anemia por deficiencia de hierro, así como ayuda a evitar la desmineralization de los huesos, lo cual se manifiesta como un reblandecimiento de los mismos.

El tipo de anemia a que nos referimos se llama científicamente anaemia ferropénica. Para corroborar la información agregamos enseguida los datos que permiten al lector revisar lo que se informa:

La investigación fue dirigida por el Doctor Javier Díaz Castro, con la colaboración de Margarita Sánchez Campos, María Inmaculada López Aliaga y María José Muñoz Alférez. La noticia sobre los resultados de estos investigadores fue dada a conocer el 31 de julio de 2007, después de trabajar con ratas de laboratorio a las cuales se les indujo descalcificación de los huesos y anemia ferropénica, se les administró, a grupos separados, leche de cabra o leche de vaca. Se encontró que los animales que consumían leche de cabra mejoraron más rápidamente que los segundos. Sin embargo, como corresponde a la cautela que caracteriza a los estudios científicos, los autores informan que no deseaban adelantar conclusiones hasta poder trabajar con humanos, para lo cual esperaban la autorización por parte de las autoridades competentes.

Si Usted puede leer el Inglés, es aconsejable consultar los detalles en el siguiente portal de noticias científicas:

Fuente: http://www.sciencedaily.com/releases/2007/07/070730100229.htm

sábado, 4 de septiembre de 2010

Arte con alambre en Estación Moreno Sonora




Sería tal vez el año de 1971 o el de 1972 en Estación Moreno Sonora, cuando uno de sus habitantes se encontró un pedazo de alambre enredado con cierto orden para fabricar alguna clase de vasija cuya forma apenas se había empezado a esbozar. Probablemente el trabajo de alambre fue iniciado por alguno de los cuidadores del ganado que entonces se embarcaba hacia otros sitios del estado de Sonora, o del país, o de los Estados Unidos.

Con todo y que estaba a medio empezar, la armadura de alambre tenía la estructura suficiente para mostrar cómo seguir con el trabajo cuando se lo encontró un joven estudiante de historia que pasaba sus vacaciones allí. Consciente de que Doña Conchita gastaba parte de su tiempo buscando o improvisando dónde guardar sus insumos de cocina, el muchacho continuó con el proceso de curvar y enredar el alambre para terminar la forma de una canastilla que terminó albergando huevos en la cocina.





Eran alambres de paca, duros y resistentes, que venían por pares para mantener unidos los paquetes de alfalfa que servían para alimentar al ganado que era embarcado para alimentar mexicanos o extranjeros. Quiero decir con esto que no era tarea fácil enredar un alambre diseñado para el manejo pesado y rudo de los trabajadores del campo que alimentaban al ganado. Sin embargo, un poco de callos en las manos, un montón de paciencia adornada con perlas de sudor, más mucho tiempo disponible, terminaron dando la experiencia que permitió convertir una necesidad, combinada con curiosidad, en una actividad que a la vuelta de los años terminó por apreciarse como un arte que se guarda en dos casas de dos países distintos.



Una de estas casas se encuentra en Hermosillo Sonora, la otra en Phoenix Arizona.


miércoles, 25 de agosto de 2010

La forma de iluminación en Estación Moreno Sonora

Las líneas de la corriente eléctrica estaban a menos de 250 metros de distancia, pero en Estación Moreno no hubo electricidad jamás. Los altísimos postes de la línea que se llamaba simplemente: la termo, eran como un elemento extra del paisaje semidesértico, pero ante la pregunta sobre la posibilidad de que bajaran un par de hilos para nosotros, la respuesta siempre fue que no se podía porque era muy caro.

En la inocencia, uno se imaginaba grandes instalaciones similares a las que se conocían en Hermosillo, y claro, nadie iba a gastar tanto así para unos cuantos habitantes.

La forma de iluminación era rudimentaria, pero hasta cierto punto nada más, porque las lámparas de keroseno, que allí se llamaban lámparas de petróleo, están construidas sobre la base de un par de principios físicos muy interesantes. Que contamos al final de esta contribución.

La lámpara de la foto que se inserta enseguida proviene precisamente de Estación Moreno. Está hecha de vidrio y fue pegada por Doña Conchita siguiendo una receta que fue proporcionada por un señor que vagaba con un burrito por la orilla de la vía del tren. A él le decían: el italiano.



Así la lámpara quebrada volvió a funcionar y se conserva como recuerdo de aquellos tiempos. Descansa sobre una parte de vidrio que es como una copa invertida y se abre para dar lugar al recipiente que sirve como depósito del keroseno. Al final de la abertura tiene dibujadas, en el vidrio, unas líneas que toman la forma de una rosca en la cual se acomoda cuidadosamente una pieza de hojalata que sirve para colocar en ella la mecha. Además, tiene unas pinzas para sujetar con suavidad la pieza de vidrio que se coloca arriba para aumentar la dispersión de la luz producida por la flama.

La misma pieza de hojalata tiene una ranura rectangular en la parte de en medio, por donde se pasa una pieza de tela gruesa alargada, aparentemente del mismo material que se hacen las jergas para limpiar de cierto tipo de trapeadores.

La mecha debe bajar hasta tocar el keroseno y mojarse con éste para subir esa humedad hasta la parte superior, donde se le acerca un cerillo para que empiece a arder muy lentamente. Así se produce la luz, pero sin el tubo puesto, es insuficiente.

Los tubos de vidrio eran tan delicados que se quebraban casi por cualquier motivo, incluso si los estabas limpiando después de lavarlos, también si los colocabas con algo de humedad en la lámpara, por esa razón, Doña Conchita seguía un procedimiento cuidadoso, atendiendo siempre la hora en que se ocultaría el sol, para lavarlos a cierta hora de la tarde y quitarles la humedad ligeramente, dejándolos secar después al aire, colocados sobre piezas de madera (como postes) en el patio de su casa.

No hacerlo a tiempo significaba pasarse algunas horas de la noche en total oscuridad, sin poder hacer nada, ni defenderse de los alacranes que aparecían por aquí y por allá, en un desfile que nunca terminó.

¿Por qué es necesario el tubo de vidrio para iluminar bien?
El papel del vidrio es separar de la habitación al pequeño espacio que rodea la flama.

Allí el aire está muy caliente, mientras que en el exterior la temperatura es mucho menor.



Así se genera una diferencia de densidad entre el aire del interior y el del exterior, con lo cual se genera una refracción de luz similar a la que se presenta cuando un rayo luminoso entra desde el aire a un vaso con agua. Prueben a meter un lápiz dentro de un vaso con agua y díganme si lo ven lleno.

¡No! El lápiz se ve chueco.

De la misma forma, los tubos de vidrio que Doña Conchita limpiaba con tanto cuidado cada tarde, cumplían el papel de ayudar a iluminar las habitaciones de su casa. Sin ellos, la luz era completamente insuficiente.

domingo, 22 de agosto de 2010

LA RAZA DE CABRAS DEL MUNICIPIO DE GUAYMAS NACIÓ EN ESTACIÓN MORENO SONORA

Estación Moreno Sonora se encuentra ubicado en un valle dibujado por dos cordilleras orientadas de norte a sur, separadas once kilómetros una de la otra. En su parte norte se parte en dos, formando una gran V cuya rama izquierda (de acuerdo al mapa del servicio google earth) apunta hacia la ciudad de Hermosillo, mientras que su rama derecha se dirige hacia el antiguo mineral de La Colorada Sonora.

La longitud puede estimarse en cerca de 20 kilómetros de largo y todas las lluvias que caen sobre éste corren hacia arroyos que son afluentes del arroyo de las Uvalamas, orientado de norte a sur y con sus tierras más bajas en la región de Estación Ortiz, Sonora, donde se encuentran las tierras más beneficiadas con sus avenidas.

Estación Moreno Sonora se encuentra en la zona centro occidental del valle mencionado, a la orilla del ferrocarril y a casi tres kilómetros hacia el oeste del arroyo que mencionamos.

La cuna de casi todos los rebaños de cabras del municipio de Guaymas se encuentra en Estación Moreno y la estirpe de estas chivas fue desarrollada por el Señor Miguel Castellanos Quiñonez con un primer semental de la raza nubia, que adquirió hacia fines de los años 1950. Ya en la década de los años 1960 le siguió el ejemplar que vemos en la fotografía siguiente, se llamaba “Duque” y fue atropellado por el tren cerca del kilómetro 348 del ferrocarril.




Como puede apreciarse en la fotografía, la raza nubia es de oreja grande y nariz con forma de pico de perico. Es originaria de Egipto y recibió adaptaciones por parte de los ingleses, para dar lugar a la raza anglonubia. Después fue modificada en el territorio de los Estados Unidos, donde se mejoró su producción de leche, conservando la capacidad para ser aprovechada también para la carne. El Duque pertenece a esta línea de desarrollo y fue importado desde California por Don Miguel.

Bueno para estorbar, el gobierno mexicano no contempló la posibilidad de ayudar a los criadores de cabras de ninguna manera. Entre los obstáculos de nuestra burocracia estuvo el cobro de altos impuestos por la importación de sementales, de modo que Don Miguel solía decir que sumando el pago por transporte y los impuestos, le había resultado más caro que el precio del mismo semental.

El tamaño de la oreja es fundamental porque es una forma que tienen estos animales para radiar calor, lo cual los ayuda a conservar una temperatura estable aunque tengan que desenvolverse en medios calientes.

Después, tratando de mejorar la producción de leche, hacia fines de los años 1960 Don Miguel importó al menos dos sementales de la raza alpino francés, pero el primero de estos ejemplares se perdió en el campo. El segundo dio lugar a una raza originaria de Estación Moreno, que reunía las características de la adaptación al calor, típica de las chivas nubias y la capacidad para producir leche de las chivas alpino francés.

La raza alpino francés tiene una estampa que parece el inverso de la raza nubia. Es de nariz respingada y de orejas paradas y cortas. No cuento con una fotografía del semental alpino francés, de modo que recurriré a alguna foto ajena tomada por allí para ilustrar la idea:



El experimento en Estación Moreno resultó un éxito, pues con cabras en régimen de pastoreo, y ocasionalmente en semi estabulación, se convirtió en costumbre tener cabras que producían más de 2 litros diarios.

Para comprender la magnitud de este logro, se puede comparar la producción en estabulación de la raza alpino francés en los Estados Unidos: 3.4 litros promedio en 231 días, y de la raza nubia, con 2.9 litros promedio en 211 días, también en ese país.

También en régimen de estabulación, con menos control sobre la calidad, la raza alpina ha producido en México 2.35 litros en 235 días.

Para más datos consultar la publicación sobre el tema en: www.ejournal.unam.mx/rvm/vol31-01/RVM31103.pdf

Cabe aclarar que la publicación cita resultados en kilos y aquí los estamos traduciendo a litros, lo cual introduce una pequeña diferencia por el contenido de grasa de la leche, que en el caso de las cabras es de casi 4%.

La cabra que resultó de la combinación desarrollada por Don Miguel se aprecia en la siguiente fotografía, tomada en Estación Moreno.



Aunque la fotografía está deteriorada por el tiempo transcurrido, puede apreciarse que las orejas de la raza de cabras nacida en Estación Moreno es alargada, pero no tanto como las de la raza nubia. Es la influencia del semental alpino francés.

domingo, 8 de agosto de 2010

Estación Moreno Sonora (donde se embarcó el grafito para el primer reactor nuclear del mundo)

Estación Moreno Sonora es ahora un sitio abandonado que se encuentra a 351 kilómetros al sur de la Ciudad de Nogales, siguiendo la vía del ferrocarril aproximadamente a 64 kilómetros al norte de Empalme Sonora, y también, a 75 kilómetros al sur de Hermosillo.

Como se puede verificar en el sistema de google earth, su localización geográfica está en 28 grados, 30 minutos y 12.36 segundos de latitud norte, con 110 grados, 40 minutos y 59.19 segundos de longitud oeste.

Este lugar abandonado fue, durante décadas, de importancia estratégica fundamental para los intereses nucleares de los Estados Unidos, pues como puede apreciarse en la siguiente fotografía, el almacen que se observa al fondo, enmedio de dos árboles, albergó entre 1940 y 1946 el grafito que sirvió para construir el primer reactor nuclear que logró alcanzar estado crítico en diciembre de 1942.







El rector nuclear a que me refiero se conoce ahora como la pila de Fermi y una imagen del mismo se aprecia enseguida. Es una foto de la colección: University of Chicago Centennial Catalogues, y puede encontrarse en la siguiente dirección de Internet

http://www.lib.uchicago.edu/e/spcl/centcat/fac/images/faculty_img54_lrg.jpg



Esta pila era un reactor nuclear controlado, fue hecha con base en el siguiente diagrama del mismo Enrico Fermi, quien fue el físico teórico estrella del proyecto inicial que culminó después en la elaboración de las primeras bombas atómicas.




Los cuadritos dibujados en la página izquierda del cuaderno eran bloques de grafito altamente purificado y las rueditas negras eran el uranio en el cual habría de realizarse los procesos de choque de neutrones contra átomos de uranio 235.

El grafito son átomos de carbono acomodados como se indica en la siguiente figura





y las razones físicas por la que fue utilizado será relatada en otro blog.

La imagen del grafito es el de una piedra negra como la de la siguiente fotografía




Más de 70 días antes de que fuera hecho el diagrama insertado arriba, para ser precisos en septiembre de 1941, un grupo de físicos alemanes bajo la dirección de Werner Heisenberg habían logrado fabricar su propio reactor nuclear, que no alcanzó el estado crítico porque les faltaba la cantidad suficientemente grande de agua pesada. Sin embargo, el experimento les permitió calcular cuánta agua pesada y cuánto uranio les faltaba para alcanzar el estado crítico. Les sirvió para saber que estaban en el camino correcto y para medir en qué punto se encontraban de ese desarrollo hacia un explosivo nuclear.

En 1941, la diferencia en adelantos estaba a favor de los alemanes, pero como estos no tenían suficiente agua pesada, ni habían logrado establecer en el experimento la importancia del grafito para los reactores nucleares, se quedaron allí, mientras que los científicos reunidos por los estadounidenses siguieron avanzando.

La primera gran diferencia fue el grafito, que salió de la mina llamada San José de Moradillas y fue embarcado por ferrocarril en Estación Moreno Sonora.

Uno de los mineros que trabajaron en el interior de esa mina de grafito se observa de espaldas en la siguiente fotografía, conduciendo una carreta jalada por un caballo, llevando agua en una pipa pequeña de 600 litros. Cuando trabajaba en el interior de esa mina, con pago a destajo, es decir, con sueldo que dependía de la cantidad de mineral que lograba sacar, tenía menos de 25 años, igual que su esposa. Juntos iniciaban el largo camino que los llevó a construir una familia en condiciones climáticas extremas, al margen de las ayudas asistenciales mexicanas que vendrían décadas después. En el trayecto de sus vidas jóvenes perdieron dos hijos, presumiblemente por la falta de atención médica, o por la mala calidad de la existente.




Al fondo de la foto se aprecia el almacén más viejo, donde se albergó el grafito del que hablamos. El otro fue construido más de 15 años después de terminada la segunda guerra mundial.

A la izquierda de la carreta se aprecia un montón de grafito de mala calidad, cuyo uso será relatado aquí en otra ocasión.

En primer plano se ve el cerco de su casa, a la izquierda un laurel y a la derecha un árbol de limón.

Por encima del montón de grafito se aprecian, borrosas, dos de los vagones de ferrocarril que se usaban para transportar el grafito hacia los Estados Unidos. Se llamaban tolvas.

En Estación Moreno Sonora no había agua, pues el ferrocarril había desactivado su pozo cuando introdujo el sistema de máquinas con motores a base de diesel. Había que traer el agua en la carreta desde más de 2 kilómetros de distancia. A menos de 300 metros de este terreno que se aprecia en la fotografía pasaban los cables que conducían la energía eléctrica desde una central termoeléctrica en Guaymas Sonora, iban rumbo a Hermosillo, pero en Estación Moreno, nunca hubo electricidad desde esa fuente.

La historia de sus habitantes fue siempre esa, trabajar para la civilización, sin disponer de ella. El paisaje era negro a causa del grafito, en un terreno pedregozo de manera natural y con 48 o 50 grados de temperatura en el verano. Sin un pedazo de hielo, sin refrigeradores, sin agua fría, sin un abanico para calmar el calor, mientras se trabajaba para una civilización que nos llegaba por el aire, en la información que portaban las ondas de la radio, único contacto directo con el exterior.